A finales de los 70, la tasa de reposición financiera llegó
al tope máximo, ya no se podía extraer la suficiente inversión productiva de
los rendimientos de la economía real productiva, en ese momento las altas
esferas del Sanedrín Financiero decidieron comenzar a extraer dinero de la
nada, o traerlo del futuro. Bajaron el interés a nivel 0 y bonalizaron los
créditos, eso creó una gigantesca burbuja de derivados tóxicos que no ha parado
de crecer. El destino inevitable de todo ello era la explosión supernóvica de
tal globo de hidrógeno, solo cabía una solución momentánea: el
Decrecimiento. La burbuja se mantendría
dentro de límites controlables mediante el saqueo del dinero con el que
sobreviven las clases bajas, es decir un exterminio a cámara lenta y
controlado. Así, comenzaron a implantar una política de “recortes”, en realidad
una política así, realizada sobre una población global que ha roto las costuras
demográficas significa lisa y llanamente el exterminio, no se puede volver a
una economía de 1932, antes de la motorización con 7.000 millones de habitantes,
cuando en esa época solo había 2.000 millones, pero no cabía otra solución si
se quería mantener el Sistema tal como
es. Naturalmente los recortes comenzaron por los estados más proclives a ello;
las antiguas dictaduras militares del sur de Europa. Poblaciones trabajadas por
el refuerzo negativo de dichas dictaduras y poco proclives a resistir el
decrecimiento, el experimento ha sido un éxito completo, Grecia, Portugal y
España aceptan los recortes genocidas sin la más mínima protesta, incluso los
nuevos salvadores aceptan el decrecimiento con retoque cosméticos. La
experiencia del exterminio judío en centro Europa en los 40 ha sido útil, unas
poblaciones urbanas y dependientes cumplirán la ley hasta las puertas del campo
de exterminio, la suerte está echada.
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