El plan era perfecto y había sido ensayado con éxito en Ucrania y Asia central, se financia una “oposición democrática”, se llega a un acuerdo económico con el Gobierno de turno e ¡voila! Ya tenemos gobierno islámico “moderado” en el poder dispuesto a regalarnos el petróleo.
En Túnez funcionó, en Egipto funcionó, pero en Libia y Siria los estados reaccionaron y opusieron resistencia, en Libia esta fue aplastada por el aparato de la OTAN previo engaño a Rusia y China, pero en Siria, las fuerzas populares y el ejército nacional aguantaron y están rechazando a los rebeldes. En este contexto, el gobierno “moderado” islámico recibió la “sugerencia” de apoyar a sus hermanos en Siria, Morsi hizo un encendido alegato en defensa de los salafistas sirios y rompió relaciones con ese país. Esto fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del ejército nasserista, que dio un golpe sobre la mesa y expulso a los islamonazis del poder. En este contexto las Potencias quedaron en fuera de juego, por una parte apoyan a los rebanacuellos en Siria sin pudor ni vergüenza, pero ¿Qué hacer en Egipto? ¿Empezar a mandar armas a los islamonazis? ¿Pedir una zona de exclusión aérea? ¿Bombardear directamente? El ejército egipcio es mucho más poderoso que el sirio y está dotado con armamento de última generación, intervenir en su contra directa o indirectamente sería un error. Las Potencias están en un dilema, todo su plan de “democratización islámica se va a la merde. Esto provoca la desesperación de sus patrocinados islamonazis en Siria que son capaces de asesinar a la población para provocar la intervención, confiados en la promesa del mayordomo de la Casa Blanca. Pero las cosas han cambiado totalmente, ni a Rusia ni a China se la van a volver a meter doblada.
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